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Caídas bruscas funcionales

Una crisis o ataque de caída brusca (en ingles drop attack) es el término médico para una caída repentina sin un desmayo ni tropiezo obvio. Un episodio típico suele ocurrir al caminar o estando de pie y sin ningún tipo de advertencia. Los ataques son alarmantes y a menudo conducen a lesiones, especialmente en las rodillas, antebrazos y cara.

Hay muchas causas de estas caídas bruscas, como simples caídas por tropiezo, la presión arterial baja (síncope) y la epilepsia, pero muy a menudo, especialmente en personas menores de 65 años, los ataques resultan ser un tipo de síntoma neurológico funcional. A veces vale la pena verlos como una forma de disociación breve (crisis disociativa muy breve).

Antes de leer esta página por favor consulta con tu médico si esta información es importante en tu caso. Si tienes un diagnóstico de “crisis de caídas idiopáticas ” o ” ataques de caídas criptogénicas”, entonces esta información podría ser relevante. Si tus crisis de caída se deben a una causa conocida, como una condición del corazón o la epilepsia, esta información no es relevante.

¿Cuáles son las características típicas de las caídas bruscas?

Más del 90% de las caídas bruscas, por razones que no se comprenden en absoluto, se producen en mujeres, aunque los hombres también pueden desarrollar el problema. La edad media de aparición oscila entre los 45 y los 55 años, un poco más que otros síntomas mencionados en este sitio web, pero pueden aparecer a cualquier edad.

Las personas con caídas bruscas suelen experimentar lo siguiente:

Las caídas suelen causar lesiones, sobre todo en las rodillas y la cara. Muchas gracias a Nicola, que ha accedido a que su foto aparezca en este sitio web.

¿Cómo se diagnostican las caídas bruscas funcionales?

Las caídas funcionales son en realidad un problema muy específico y reconocible. Si una persona presenta todos los síntomas descritos anteriormente, es muy poco probable que exista otra causa, como epilepsia o una enfermedad cardiaca.

En las personas mayores, las caídas bruscas pueden deberse a una bajada repentina de la tensión arterial. Los médicos utilizan a veces los términos síncope, síncope vasovagal o hipersensibilidad del seno carotídeo para describir diversos tipos de desmayos relacionados con la tensión arterial baja. Es posible que te hagan un electrocardiograma (ECG) y posiblemente un holter (ECG de 24 horas o más) para intentar captar un síncope. Si no padece otro tipo de crisis epilépticas, es muy poco frecuente que las caídas bruscas aisladas se deban a epilepsia.

A veces los ataques de caída se deben a inestabilidad de la rodilla o la cadera, o a que la persona tropieza continuamente, aunque en estos casos la persona SÍ recuerda la caída, a menudo con un recuerdo de que todo sucedió a cámara lenta.

¿Puedo tener lesiones graves?

Las lesiones son parte integrante de las caídas bruscas. Pueden ser tan graves como fracturas de huesos o dientes, pero no se observan lesiones más graves o potencialmente mortales en las caídas funcionales, ni siquiera en personas que sufren muchos ataques al día (a diferencia de la epilepsia o los desmayos/síncopes, en los que a veces se producen lesiones graves). Esto tiene que ver con la naturaleza de las caídas funcionales, que no se relacionan con una verdadera pérdida de conciencia en la que el cuerpo esté completamente desprotegido. Es útil pensar que se trata más bien de una pérdida de CONCIENCIA, en la que el cuerpo está parcialmente protegido. Esto explica por qué las personas con caídas funcionales tienden a desplomarse más lentamente y en vertical, en lugar de caer horizontal, y a veces (pero no siempre) son capaces de evitar muebles y otros obstáculos al caer.

¿Por qué se producen las caídas funcionales?

En otros sitios de la web encontrarás información general sobre cómo y por qué se producen los síntomas funcionales.

Todavía hay muchas cosas que no entendemos sobre las caídas bruscas. En algunas personas, son realmente “criptogénicas” (es decir, los médicos desconocen por qué se producen y tampoco hay pruebas claras de que sean funcionales). Pero en otras personas, es posible observar un patrón que encaja bastante bien con los observados en otros trastornos funcionales. Algunas pruebas de ello son las siguientes:

Este es un ejemplo de una secuencia de acontecimientos que pueden provocar crisis de caída funcional:

  1. La persona sufre un simple tropiezo o una caída, o un desmayo, pero se lleva un susto que establece una sensibilidad a las caídas en el futuro.
  2. Un episodio fortuito de disociación mientras está de pie o caminando, o uno desencadenado por una ligera sensación de desmayo/bajada de tensión, conduce a una segunda caída, esta vez una caída brusca funcional, que provoca un susto o una conmoción aún mayores.
  3. El cuerpo y el sistema nervioso de la persona están ahora “condicionados”, en términos neurocientíficos, para sufrir caídas sin ningún desencadenante. Cada caída posterior tiende a reforzar el “hábito” que ha adquirido su sistema nervioso, normalmente ya sin desencadenante. Como ocurre con todos los síntomas y trastornos funcionales, los ataques de caída son reales y no están causados por una caída deliberada o voluntaria.
  4. La persona con caídas funcionales desarrolla, de forma natural, un miedo a sufrir más caídas que, en sí mismo, hace que las caídas sean más probables. No es que la persona tenga miedo a caerse todo el tiempo, pero tener ansiedad premonitoria por las caídas y sus consecuencias parece hacer que los ataques de caída sean más probables, al menos en algunas personas.
  5. Algunas personas con caídas funcionales dicen que tienen días en los que sienten que es más probable que se produzca una caída, sólo que no saben cuándo. Tener la caída es horrible, pero después sienten que es mucho menos probable que tengan otra ese día o esa semana.


¿Cuál es el tratamiento?

Comprender el diagnóstico

Como ocurre con todos los síntomas y trastornos funcionales, comprender la naturaleza del diagnóstico es un primer paso importante. Ya es bastante malo tener caídas funcionales como para tener que preocuparse también por si se padece epilepsia o una enfermedad cardiaca. Preocuparse también por estas cosas puede empeorar los síntomas.

Entender que las caídas funcionales son un problema clínico muy típico que un médico experimentado puede reconocer inmediatamente, y que en realidad muy pocas cosas en medicina se parecen o suenan como ellas, puede ser un buen comienzo.

Intente reconocer los síntomas de alarma

La mayoría de las personas que sufren caídas funcionales no presentan síntomas de alarma o, si los presentan, es sólo en las primeras crisis. Ocasionalmente, los pacientes pueden aprender a reconocer los síntomas de advertencia, ya sean síntomas de disociación o síntomas que sugieren que el cuerpo está en “alerta roja”, como palpitaciones o acaloramiento. Si tienes síntomas de alerta, aunque sólo duren unos segundos, puedes alargarlos utilizando técnicas de distracción. Es el mismo tipo de tratamiento que se aconseja a los pacientes con crisis funcionales disociativas (no epilépticas).

¿Hay determinadas situaciones en las que se producen ataques de caída?

Una minoría de pacientes afirman que sólo tienen caídas cuando están fuera de casa, del mismo modo que las personas con crisis de pánico tienden a tenerlas sólo cuando están lejos de la seguridad de su hogar.

Si no tienes ningún síntoma de advertencia…

Al igual que ocurre con las crisis disociativas, a veces, aunque el paciente no experimente ningún síntoma de advertencia, las personas de su entorno, como amigos y familiares, sí notan algunos cambios justo antes. Por ejemplo, “quedarse callado” o parecer “distraído”, con falta de expresión o como si “no estuviera allí”. Si tus amigos y familiares pueden detectar este tipo de síntomas disociativos, pídeles que te lo digan, ya que puede ayudarte a reconocer la sensación de disociación que estás buscando. Suena un poco raro, pero en algunos casos, parece que cuando las personas se disocian, también se disocian de la sensación de irrealidad o de estar distanciadas. Es por ello por lo que no se reconocen estos síntomas premonitorios. Así que en estos casos es necesario un poco de ayuda de los que te rodean para aprender a reconocer esa sensación.

Cuando no se da ninguno de los casos anteriores

En la mayoría de los pacientes con caidas funcionales, no hay síntomas de advertencia: nadie puede encontrarlos aunque se esfuerce en buscarlos, los ataques ocurren en cualquier lugar, incluso en casa, y por tanto parece como si no hubiera “forma de entrar” en la ventana temporal de tratamiento. Esto suele ocurrir incluso cuando el paciente acepta y comprende plenamente el diagnóstico. Los enfoques de tratamiento que vale la pena considerar incluyen:

Medicación

Puede valer la pena probar algunos de los medicamentos descritos en la página de tratamiento – medicación. Entre ellos se incluyen medicamentos como la amitriptilina. A veces se utilizan para tratar otro tipo de caídas denominadas cataplejía y existen casos anecdóticos de éxito.

Psicoterapia

Si las caídas funcionales han llegado a dominar tu vida, es posible que te encuentres atrapado en un círculo vicioso en el que la preocupación constante por saber cuándo será el próximo ataque y qué lesión tendrás a continuación esté empeorando el problema y manteniéndolo. Hablar abiertamente de ello con un médico o un psicólogo a veces puede ser útil. Un psicólogo puede utilizar un enfoque similar al empleado para los ataques de pánico, aunque los trastornos sean diferentes. Esto puede implicar hacer cosas como probar gradualmente a salir solo o aprender a evitar sentimientos de vergüenza y aceptar ayuda si te caes en un lugar público, repasar tus miedos a sufrir lesiones graves y ver si son realistas.

Incluso después de intentar estas cosas, algunas personas con crisis de caída siguen teniendo el problema. Puede que haya cosas sobre las crisis de caída que aún no comprendamos. O puede que en algunas personas se convierta en un “hábito” tan arraigado que resulte demasiado difícil cambiarlo.

En esta situación, necesitas la comprensión de familiares, amigos y profesionales sanitarios para vivir con el problema lo mejor posible. Cuéntales cómo te gustaría que se comportara la gente si sufres un ataque. Muchas personas pueden arreglárselas para trabajar y tener una vida social a pesar de las caídas.

¿Qué ocurre con la conducción?

En España no existen directrices específicas sobre las caídas funcionales. Es algo que debes tratar específicamente con tu médico.