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¿Cómo aparecen los Síntomas Neurológicos Funcionales?

Cuando uno tiene un problema o enfermedad, es normal preguntarse “¿por qué me ha pasado?”. Pero en los TNF es importante no confundir la pregunta “¿por qué me ha pasado a mí?” con “¿qué ha pasado en mi cerebro para que desarrolle estos síntomas?”.

Son dos preguntas con dos respuestas diferentes.

¿Cómo he desarrollado un TNF?

Empecemos con la segunda pregunta- “¿Qué esta pasando con mi cuerpo para que sufra de estos síntomas?” o “¿Cómo se producen estos síntomas”?

Todos los síntomas funcionales que se describen en esta página web suponen el resultado de un mal funcionamiento en el sistema nervioso.

Por ejemplo, para los síntomas como debilidad y trastornos del movimiento, el problema es´tá en cómo el cerebro envía los mensajes a los músculos del cuerpo. Para los síntomas sensitivos como el hormigueo o el dolor, la alteración se encuentra en cómo el cerebro recibe la información del resto del cuerpo. En los ataques/crisis disociativas, el cerebro entra como en un estado de trance o “desconexión”, similar a un estado hipn´ótico.

Con ciertas técnicas de resonancia magnética, es posible ver qué parte del cerebro está activa o inactiva cuando los pacientes están sufriendo estos síntomas. En la siguiente foto, observamos un paciente con TNF con paresia funcional en la pierna (imágenes de arriba) y un individuo sano al que se le ha solicitado que simule una debilidad en la pierna (imágenes de abajo). Como se puede observar, un paciente con TNF intenta activar muchas más regiones cerebrales para intentar movilizar la pierna que un individuo que simplemente lo finge. Esto ayuda a demostrar que los TNF producen síntomas reales y visibles mediante técnicas de investigación, muy distintos a los síntomas que son inventados en personas sanas.

Imagen tomada de Stone et al., Psychosomatic Medicine 2007; 69, 961–969

No obstante, estas pruebas de resonancia funcional solo se hacen en investigación, ya que hay tantos síntomas funcionales diferentes que dichas pruebas no se encuentran estandarizadas en el ámbito asistencial. Por ello, las resonancias o escáneres que habitualmente se hacen en la práctica solo nos dicen que no hay una lesión estructural del cerebro, y por ello todas las pruebas de imagen salen “normales”.

Estamos empezando a comprender la complejidad de este mal-funcionamiento, sobre todo en el campo del dolor crónico. En este último caso, existe una hiperactivación de las neuronas y circuitos que se encargan del dolor (incluyendo la médula espinal y nervios). El cerebro actúa como un “amplificador del volumen de dolor” y por ello la sensibilidad al dolor es mayor. De hecho, en muchos pacientes con dolor crónico, la lesión inicial que justificó el dolor se resuelve, pero el dolor persiste en el cerebro, como si le costara “apagarse”.

Todavía hay mucho por descubrir sobre qué pasa exactamente en el cerebro que causa síntomas funcionales, pero como puedes ver, no es un completo misterio.

En otras enfermedades neurológicas donde hay lesión en el cerebro, sí se puede ver el problema. Por ejemplo, en el caso de la esclerosis múltiple se pueden ver lesiones en una resonancia magnética. En el caso de la enfermedad de Parkinson, también se podría ver lesión si mirásemos el tejido cerebral al microscopio. Pero los pacientes con síntomas funcionales no tienen un daño físico en su sistema nervioso, así que no es sorprendente que no se pueda ver en una TC o resonancia convencional. Es la función del sistema nervioso lo que falla, no la estructura.

Hagamos la comparación con un ordenador. Los TNF son un problema del “software”, no del disco duro. Si el ordenador tuviese un virus, el ordenador podría ir muy lento o apagarse (funcionar mal). Ese problema no se solucionaría abriendo el ordenador y mirando sus chips y componentes. No se vería nada extraño si se hiciera una radiografía al ordenador. Ese problema se solucionaría re-programando, mirando con detenimiento qué programa es el que no funciona.

Los seres humanos, obviamente, son más complicados que los ordenadores. Pero podemos pensar que nuestros pensamientos, comportamiento, sensaciones y emociones son nuestros programas.

Y esto nos lleva a nuestra siguiente sección, que describe por qué ciertas personas son más vulnerables a padecer síntomas funcionales.